Los moldes de sinterización de grafito juegan un papel fundamental en el proceso de sinterización de carburo cementado, asegurando precisión e integridad del material. El flujo de trabajo principal comienza con el pretratamiento del molde: los moldes de grafito se limpian para eliminar impurezas y se precalientan a 800-1000°C para eliminar la humedad y los componentes volátiles. A continuación, el polvo de carburo cementado (típicamente mezclas de carburo de tungsteno-cobalto) se llena en las cavidades del molde mediante prensado automatizado, logrando una densidad verde del 50-65%. El ensamblaje del molde se transfiere a un horno de sinterización al vacío, donde se somete a un ciclo de 3-5 horas: calentamiento a 1350-1500°C a una tasa de 5-10°C/min, mantenimiento isoterma durante 60-90 minutos para facilitar el crecimiento de granos y la densificación, y enfriamiento controlado para prevenir agrietamientos térmicos.
Estos moldes ofrecen ventajas distintas: alta conductividad térmica (150-200 W/m·K) asegura un calentamiento uniforme, excelente inercia química evita reacciones con aleaciones de carburo, y buena maquinabilidad permite diseños de cavidades complejas. Clasificados por estructura, incluyen moldes integrales (para formas simples como varillas), moldes divididos (para piezas intrincadas con subcortes) y moldes de inserción (para producción modular de carburo de múltiples componentes). Su durabilidad—con una vida útil de 500-1000 ciclos—los hace rentables para la fabricación de carburo cementado en grandes volúmenes.